En Zapotlán El Grande, hoy Ciudad Guzmán, Jalisco, el Siervo de Dios, Silviano Carrillo Cárdenas, después de una grave ofensa al Santísimo realizada en su parroquia, recibió la inspiración de fundar la Congregación de Hermanas Siervas de Jesús Sacramentado, con nueve jóvenes audaces que sintieron el llamado de Dios para consagrar sus vidas.
La noche del 17 al 18 de julio de 1901, un ladrón extrajo del Sagrario de la Capilla de la Purísima, anexo al templo del Sagrado Corazón, un copón con hostias consagradas. El gran dolor que este sacrilegio produjo en el corazón de ese párroco, que amaba entrañablemente a Jesús Sacramentado, le hizo organizar un novenario de reparación, luego pidió que por turnos y durante un año, las familias y en especial las jóvenes, cuidaran de que ardiera ante el Sagrario una lámpara especial, que simbolizara el amor fiel a la Eucaristía, en desagravio por los pecados cometidos contra el Augusto Sacramento.
Cuando el Padre Silviano Carrillo veía acercarse a las jóvenes a encender las lamparillas ante Jesucristo Sacramentado pensó: “Si en lugar de lámparas fueran almas adoradoras las que ardieran siempre ante el AMOR-HOSTIA” (I Crón. SJS, 12- XII-1906). Era el llamado del Espíritu Santo para que se trasformara en fundador de una Congregación Religiosa cuyos fines serían: “La adoración a Jesús Sacramentado y la educación cristiana de la niñez y juventud” (III Crón. SJS, 13 -V-1919).
Después de consultar con su Obispo, el Excmo. Sr. José de Jesús Ortiz y, de recibir su aprobación y bendición, inició la preparación de las jóvenes que en su parroquia tenían indicios de vocación religiosa. Y el 25 de noviembre de 1904, en el Asilo de la Luz en la ciudad de Guadalajara, nació la Congregación de las Hermanas Siervas de Jesús Sacramentado.